En la primavera de 2014 detectamos
en el alero del tejado de la EMU un trasiego de abejas que no era habitual. Un
enjambre de abejas había escogido el refugio y la buena orientación del
edificio para instalarse.
La situación era comprometida ya que se encontraban en plena vía pública a unos cuatro metros de altura del suelo, pero decidimos ser cautos, seguir observándolas y lógicamente oponernos a los consejos poco afortunados que nos sugerían “fumigarlas”.
Sin ver lo que teníamos dentro, nos hacíamos cargo de que se trataba de un enjambre fuerte. La decisión estaba tomada, íbamos a proceder a retirarlo.
Gracias a la colaboración de Fernando, un apicultor de la Carballeda y pertrechados con todos los utensilios propios de un apicultor y las herramientas de un carpintero. Escogimos un día frío y con mucha precaución, para causar el menor daño, comenzamos la tarea.
Una vez abierto el primer hueco se confirmaron nuestras sospechas, más de diez panales colgaban del tejado. Con el máximo respeto comenzamos a colocarlos sobre los cuadros de una colmena. La operación era delicada ya que cualquier daño que sufriera la reina podía desencadenar una catástrofe.
Tras varias horas de delicado trabajo y una vez colocados
todos los panales cargados de miel dentro de una colmena decidimos dejarla
hasta por la noche con la intención de que no quedara ninguna abeja fuera.
Y ASÍ FUE... REGRESAMOS AL ATARDECER PARA OBSERVAR QUE TODO IBA BIEN. EL ENJAMBRE SE ENCONTRABA DENTRO DE LA COLMENA Y UN CONSIDERABLE GRUPO DE OBRERAS SE ESMERABA EN RECOGER LOS RESTOS DE MIEL Y CERA DE SU ANTERIOR MORADA.
ESPERAMOS A QUE SE HICIERA DENOCHE PARA QUE SE
RECOGIERAN TODAS Y UNA VEZ QUE CESÓ LA ACTIVIDAD, CERRAMOS LA PIQUERA Y LA
TRASLADAMOS A UN APIARIO EN EL QUE FERNANDO YA TENÍA TODO DISPUESTO Y PREPARADO
PARA COLOCARLA, INCLUSO PARA SU UBICACIÓN HABÍA TENIDO EN CUENTA LAS REDES
HARTMANN.
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